domingo, 5 de agosto de 2012

In The Hole : Pete Maravich (Parte I)

Decir que "Pistol" Pete Maravich era Poesía dentro de una pista de Baloncesto, que puso la verdadera semilla de lo que años más tarde llamarían "Showtime", que su visión del deporte que amamos fue única, diferente, incomprendida por entrenadores, compañeros y puristas de nuestro deporte, es algo que un buen aficionado al Baloncesto tiene por sabido. Es quizás, el jugador que posiblemente mejor represente el significado del eterno topicazo: "Ama el Baloncesto". Dentro de la pista, aunque nunca logró el ansiado anillo de campeón de la NBA, se puede decir que no se le resistió absolutamente nada, fuera de ella, la vida no le trató nada bien. Todo empieza desde su infancia, donde su padre Petar Maravich, quiso volcar sobre el pequeño Pete todos sus sueños como gran aficionado al baloncesto que era, además de entrenador. El 99% del tiempo lo pasaba junto a un balón de Baloncesto. Cuando iba al cine, se sentaba en las butacas que daban al pasillo para así poder separar su brazo y botar el balón el tiempo que duraba la película. Dormía con el balón y así un sinfín de anécdotas. La relación entre padre, hijo y baloncesto era enfermiza. Durante sus años universitarios en LSU fue donde realmente se pudo ver la versión más completa del juego de Maravich. Su promedio de anotación durante dicha época fueron algo más de 44 puntos por partido!... y eso teniendo en cuenta que aún no existía la línea de tres puntos, la cual habría elevado algún puntito más ese registro de otro planeta. Se convirtió en ídolo nacional en un abrir y cerrar de ojos, pero a pesar de todo ello, Pete no era feliz, más bien todo lo contrario. Es en esa época cuando dado el alto nivel de exigencia impuesto por su padre y una auto presión que él mismo se aplicaba, cuando Maravich comienza a refugiarse en el Alcohol como vía de escape. Una noche, a la salida de un bar de copas, con 19 años de edad, se vio envuelto en una pelea donde recibió golpes de porra y, una vez en el suelo y sobre su propio charco de sangre, le colocaron una pistola en la boca. Ese día Pete volvió a nacer, pero lo peor de todo, y lo que sus agresores no se podían ni imaginar, era que Pete estaba deseando que dispararan y así podría poner fin a su depresión interior, a su vida vacía. En 1970 y tras cuatro años de exhibiciones en LSU, los Atlanta Hawks le eligen en la posición Nº3 del Draft. Firma un contrato escandaloso económicamente hablando y desde un primer momento fue señalado por todos, aficionados, periodistas e incluso sus propios compañeros la mayoría de raza negra, que no veían con muy buenos ojos el salario de su nuevo compañero. Nunca logró acercarse al nivel ofrecido en sus años en LSU, sus compañeros no entendían la manera de ver el juego de Maravich, gran parte de sus imprevisibles pases terminaban estrellándose en la cara de alguno de sus compañeros. Lo único que permaneció de su época dorada en LSU fue su promedio anotador, sus 44 puntos por partido, pero en este caso de una manera bien diferente, en su dorsal. En su cuarto año en Atlanta, la situación era verdaderamente insostenible. La manera de actuar de Maravich era cada vez más extraña y reservada. Al vacío que sufría desde dentro del vestuario, hay que sumarle la gota que colmaría el vaso (y nunca mejor dicho en este caso), Maravich es sorprendido por su propio entrenador en el descanso de un partido tomando bebidas alcohólicas y en estado lamentable, Pete tenía las horas contadas en Atlanta. Pero el destino quiso darle el golpe definitivo a su propia vida más que a su carrera deportiva. Su madre Helen, destrozada psicologicamente por ese triangulo que formaban Maravich, su padre Petar y el Baloncesto, y en el cual ella se sentía totalmente ignorada, decide quitarse la vida de un tiro. Este hecho marcó para el resto de sus días a Maravich, fue el inicio de su particular "Waterloo".
New Orleans le abre las puertas de par en par a Maravich, y le recibe con los brazos abiertos en la temporada 1974/75. Los Jazz eran una franquicia nueva y, como tal, necesitaban un reclamo para captar asistentes a sus partidos y el juego alegre de Maravich encaja como anillo al dedo. Con los Jazz se empieza a sentir querido y vuelve a recuperar viejas y agradables sensaciones. A nivel individual, sus cifras y su rendimiento aumentan a un ritmo vertiginoso, no así a nivel colectivo. Mientras, los Jazz no terminaban de despegar. La temporada 1976/77 sería la temporada del viejo "Pistol". Su camiseta ya no lleva la leyenda "Pistol" en su parte trasera, la sustituye por su apellido Maravich (personalmente creo que fue debido a que, por cosas del destino, su madre decidió quitarse la vida con una pistola), y completa su mejor año como profesional llegando a ser el máximo anotador de la liga con 31.1 pts por partido. Injustamente no es nombrado MVP, pero deja para el recuerdo una exhibición de 68 pts frente al que durante esos años estaba considerado uno de los mejores defensores de la liga, si no el mejor, Walt Frazier y sus New York Knicks.

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